Shimu tiene 23 años. Dejó su ciudad cuando era niña y ahora vive en Dhaka. Trabaja en la industria textil en condiciones muy duras y con un sueldo muy precario, de manera que decide unirse a sus compañeras de trabajo para reivindicar mejores condiciones laborales. A pesar de las amenazas de sus superiores para el cese de las presiones que ejercen ella y las demás mujeres, y la desaprobación de su marido, decide seguir en la lucha desafiando la adversidad segura de conseguir lo que persigue.