Zoram y su pueblo orgulloso han corrompido su religión, que enseña un jactarse de su justicia y perseguir a los pobres. Alma y Amulek no logran persuadir a los ricos zoramitas a arrepentirse. Alma ministra a los pobres creyentes y enseña una de las lecciones más importantes en la fe y la humildad. Zoram obliga a los creyentes en Antionum de su tierra donde finalmente se refugia con conversos lamanitas en Jershon.