Ji-ho retorna a Corea tras haber pasado años estudiando en Europa. El pueblecito donde pasó su infancia ya no es el mismo, como tampoco sus habitantes. Se habituará a él de la mano de dos figuras de su infancia, compañeros de clase: Sang-soo, el matón del colegio, ahora gerente de un bar de alterne, y Seung-ryong, el tonto del pueblo, que trabaja en un puesto de sándwiches.