Dos jóvenes enfermos terminales dedicen vivir con intensidad y alocamiento sus últimos días, saltándose todas las normas. La historia narrada combina de modo singular drama y comedia. Y presenta situaciones muy disparadas, que provocan la risa. Aunque los anhelos más íntimos de los protagonistas se revelan limitados -ver el mar, que uno de ellos no conoce-, el alemán Thomas Jahn logra impregnarlos de entidad dramática. Esta atrevida película ganó el premio a la mejor película en el festival de Sitges de 1997.