Greenaway lleva a la pantalla grande parte de la vida de Sergei Eisenstein, concretamente el periodo en el que el mítico realizador soviético vivió en México y rodó, entre otros films, "¡Que viva México!". El director de “El Acorazado Potemkin” (1925) pasó más de un año, a partir de diciembre de 1930, en tierras aztecas para filmar su fascinación por el Día de Muertos y los ritos religiosos de la cultura popular mexicana. Sin embargo, la cinta quedó inconclusa, por lo que en 1979 Grigori Aleksandrov, a partir de los “storyboards” originales de Eisenstein, compiló “¡Que Viva México!, una aproximación al montaje que éste planeaba.